De repente una pequeña piedra se incrustó adentro de su pequeña zapatilla. Sacó su hermoso pie lentamente. La planta de sus pies es hermosa y delicada como la inocencia de su sonrisa. Estamos parados en un camino alrededor de pequeños arboles y ella mete de nuevo su pie en la zapatilla, pero ahora tiene más piedritas que antes. Con toda la calma posible y una atención desmedida me acerqué a ella para tomarle su pie y limpiarle la tierra. Sin embargo, antes de rozar su pie una hoja de lo alto cayo en mi hombro y me detuve de inmediato. Entonces simplemente seguimos caminando platicando de nuestros gustos. Una semana antes ella iba a mi lado manejando su bici y de repente vimos el amanecer enfrente de nosotros. El sol nunca había sido tan hermoso. Hoy cuando leo sus versos que tienen aquella invitación agradable a la vida me pregunto "¿donde estoy ahora?".
El sol brilla más que nunca a mis espaldas.
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